domingo, 11 de noviembre de 2012

1 - Fiestas Patronales




Ermita de Santa Ana

Las Fiestas Patronales

En realidad son numerosas las fiestas que existían en el mundo antiguo para celebrar la salida del invierno.

Es curioso por tanto que las lupercales romanas, que se celebraban el 15 de febrero en honor a Luperco dios pastoril, casi coincidan con nuestras fiestas de invierno.  Y es más, en el supuesto de que la primera luna llena de la primavera ocurriese con el inicio de ésta, prácticamente o bien coincidían con el Carnaval o eran una continuación. Era una forma de alargar el festejo de invierno unos días más.

No sabemos cómo la Iglesia, al cristianizar nuestra comarca, distribuyó las fiestas de cada pueblo, pero sí trató de que los Santos y por tanto los días de su celebración, al menos no fueran coincidentes, de forma que cada pueblo tuviera su propio santo Patrón. En otras ocasiones, los propios repobladores durante la reconquista trajeron sus Santos, propios de los lugares de donde procedían, ya que algunos de ellos, habían sido cristianizados varios siglos con anterioridad a nosotros.

La realidad es que la jerarquía eclesiástica trató de mantener las fiestas que se celebraban con anterioridad a la implantación del cristianismo, pero cambiando los símbolos, ahora con nombres de santos, que justificaban su festejo y así dejó en cada localidad una fiesta de invierno (Fiesta Chica) y otra de verano (Fiesta Mayor), como era norma en todo el mundo occidental.


Campos nevados

Las Fiestas de Invierno (Fiesta Chica)

En algunos pueblos agrícolas, que como Cucalón, pueden dedicar más días a festejos durante el invierno, esta estación en la que las faenas son mínimas, finalmente la Fiesta Chica va tomando un incremento tal sobre la fiesta principal que llega a convertirse en la Fiesta Mayor.

Así pues nuestra comunidad celebraba estas fiestas en honor de San Blas (día 3 de febrero) y Santa Águeda (día 5), con el boato y amplitud que hubiera requerido la fiesta grande. Se empezaban ya con el inicio del mes de febrero y las prolongaban al menos hasta el día 6, denominado la abuela de Santa Águeda. Se definía su duración en la coplilla que empezaba así:
El primero hace día,el segundo Santa María,el tercero San Blas,el cuarto, uno y más...


Para la vida de nuestros Santos nos vamos a basar en la hagiografía clásica sin tener en cuenta el rigor histórico, para lo cual vamos a seguir El Santoral de Luis Carandel (Madrid: Maeva, 1996).

San Blas nació en la segunda mitad del siglo III en Sebaste, una ciudad de Armenia, de donde llegó a ser obispo por tratarse de un santo varón. Fue médico de profesión y según se cuenta en la vida de los Santos, además de curar otras dolencias, un día se le presentó una mujer para que le sacase a su hijo una espina que se le había clavado en la garganta y que estaba a punto de ahogarlo. El Santo lo salvó, por lo que posteriormente fue declarado abogado de los males de garganta. En el año 316 fue decapitado, en tiempos del emperador Licinio.

Santa Águeda, que nació en Sicilia en el año 230, era rica, noble y de una gran belleza, por lo que era solicitada como esposa por un gran número de pretendientes, incluido Quinciano gobernador de la isla. Fue tanta la resistencia de Águeda a sus requerimientos matrimoniales, que aprovechando severos edictos del emperador Decio contra los cristianos, mandó que la apaleasen, desgarrasen sus carnes y le cortasen los pechos, pero aún así sanó de las heridas y murió el cinco de febrero del año 251. 

Estas fiestas, se celebraban con gran solemnidad religiosa, consistente en misa de terno con sermón, para lo cual se invitaba a los mejores oradores religiosos entre los sacerdotes del contorno. Y se recorrían las calles  del pueblo en una gran procesión, enarbolando las banderas y estandartes llevados por mozos y las imágenes de los Santos porteadas en andas, la de San Blas por hombres y la de Santa Águeda por mujeres, llevada en primer lugar en la procesión del día 5. A lo largo del recorrido la música tocaba las marchas adecuadas mientras la gente cantaba. En el báculo del Santo se colgaban los rollos, que habían realizado las jóvenes el día anterior en el horno y que posteriormente se comerían los quintos de aquel año.

La parte profana se celebraba al mismo tiempo y como era una época en la que no había apenas faenas agrícolas, duraban cuatro o cinco días como hemos dicho, desde el día dos, la Candelera, hasta el día seis, al que llamaban “la abuela de Santa Águeda”, que era una forma de alargar el jolgorio un día más.

Esta fase lúdica consistía en juegos y concursos diversos, como los de pelota, tiro de bola o tiro del barrón, saltos, carreras de sacos, carreras pedestres, carreras de burros con la albarda al revés o el de tratar de coger, montado en un burro, un tajo de jabón sumergido en un balde con agua. Y todavía se enterraba el balde en el suelo para hacerlo más profundo.

Una competición que tenía bastante aceptación entre el público y los deportistas, era la carrera pedestre (llamada “corrida”), a la que asistían, además de los del pueblo, los mejores corredores de la zona, ya que el premio era bastante sustancioso para la época. Consistía en dinero y un pollo para el que llegara en primer lugar a la meta y dinero proporcional al puesto, para los que llegaran en segunda y tercera posición. En nuestro pueblo había familias que proporcionaron buenos corredores y que también se desplazaban a las fiestas de otros pueblos para competir, obteniendo numerosos trofeos en este deporte.

Se iniciaba en la carretera, en la revuelta de la Balsa, a la orden de salida, al son de una marcha de la banda de música acompasada al ritmo del trote de los competidores, que corrían en calzoncillos y descalzos. Subían en cuesta hasta la fuente de los Zapos, dos o tres veces, según estuviera estipulado para finalizar en la meta. Cada vez que se acercaban en cada vuelta, la música los seguía a su ritmo, acrecentándolo sobre todo en la última vuelta como para dar aliento a los participantes y emoción a los que los observaban.
Para amenizar los festejos, se contrataba una banda de música que tocaba en la misa, en la procesión, en la carrera pedestre y todos los días en el baile, tarde y noche, que se celebraba bien en la Plaza o en el salón de turno.

Y esta fase era la más apreciada y provechada por la juventud. Venían mozos y mozas de los pueblos vecinos, lo cual propiciaba nuevas amistades que en muchas ocasiones terminaban en boda. Esto era biológicamente importante para el intercambio genético y de esta forma evitar la endogamia que podía darse en estas comunidades pequeñas y cerradas, donde la mayor parte están emparentados. Los apellidos lo atestiguan.

El día de Santa Águeda y para romper con los moldes establecidos por la costumbre, era el día propio de las mujeres recién casadas o próximas al matrimonio y lo aprovechaban todas para tomarse alguna pequeña licencia, intercambiando los roles de sometimiento al varón en el que desgraciadamente estaban inmersas y cuyas secuelas todavía perduran.

Para los chicos, como no había escuela, el festejo era múltiple y se divertían plenamente, si no participando, sí al menos observando y comprando alguna chuchería poco habitual.

Los mayores, como en la calle hacía bastante frío, necesitaban buscarse un cobijo. Y los hombres se reunían en el café y las mujeres en alguna casa para jugar a las cartas.



Procesión fiestas de
Santiago y Santa Ana


Las Fiestas de Verano (Fiesta Mayor)

Para estas fiestas podemos decir lo contrario de las de invierno. Como estaban dedicadas a Santiago Apóstol y Santa Ana, 25 y 26 de julio respectivamente, coincidían con la época de la recolección de la cosecha y por tanto del trabajo más fatigoso del año.

Santiago Apóstol, llamado el Mayor para distinguirlo de Santiago Alfeo, es el Patrón de Cucalón y la iglesia estaba erigida bajo su advocación. Dice la leyenda que viajó a España y en Zaragoza se le apareció la Virgen en carne mortal. A su vuelta a Judea fue decapitado por orden de Herodes Agripa, pero sus discípulos trasladaron el cadáver a España, en una barca que atracó en Iria Flavia (Padrón) y enterrado en lo que posteriormente se llamaría Compostela. También conocido como Santiago "Matamoros", posteriormente sería declarado Patrón de España.

Santa Ana, nació en Belén, de la tribu de Judá. Casada con Joaquín vivieron muchos años sin tener descendencia y creyeron que su esterilidad era una maldición de Dios. Juntos en oración prometieron que si tenían un hijo lo consagrarían al templo. Al nacer la Virgen se trasladaron a Jerusalén para cumplir la promesa y a la vez estar cerca de su hija. A la muerte del esposo, Ana dedicó el resto de su vida al retiro y la oración, muriendo a la edad de setenta y nueve años.

Aún tratándose de las Fiestas Mayores del pueblo, por los motivos de trabajo indicados,  no se les podía dedicar el tiempo que requerían, ni tampoco se podían alargar más días de los previstos. A pesar de todo y con el fin de que las fiestas tuviesen su celebración, en cada uno de los dos días se madrugaba lo suficiente como para entre los dos, hacer al menos el trabajo de uno. A esto se le llamaba "hacer la mañanada".

En el aspecto religioso no podía faltar la misa solemne, a la que acudía un buen predicador, al final de la cual se desarrollaba la procesión por el pueblo con las imágenes de los Santos. La misa del día 26 se hacía en la hermosa ermita de Santa Ana, una de las más bellas de la Diócesis. Como está situada a unos cien metros del casco urbano, la procesión era más larga y el esplendor de la fiesta el mismo que la del día anterior.

Una parte bastante emocionante de la celebración era el canto de tercia. Para ello se desplazaba el cura con los monaguillos desde el altar, formando una pequeña procesión, subiendo hasta el coro, donde esperaban los cantores. Yo lo recuerdo como participante, con gran nostalgia y emoción

A pesar de la obligatoriedad que imponía el trabajo, no podía faltar el jolgorio durante al menos estos dos días, durante los cuales se desplazaba el gaitero de Lanzuela, que junto a su hijo, amenizaban con su música estos festejos veraniegos. E incluso en alguna ocasión, dependiendo de su ruta itinerante, venía la Compañía de "Arturo", los comediantes que ya hemos comentado en “Los trabajos y los oficios” de los ambulantes.

Actualmente, como los trabajos ya no requieren la dedicación plena, como en el pasado y el pueblo estar pleno de gente de vacaciones, son estos festejos veraniegos los más populares, con lo cual se ha vuelto a recuperar esta celebración como la Fiesta Mayor, que fue en el principio.

En cualquiera de ambas fiestas, podía repartirse durante la celebración de la misa el "pan bendito", en el supuesto de que alguna familia había hecho la promesa de darlo, como cumplimiento a la consumación de algún bien recibido durante el año. Este "pan bendito" consistía en pequeños trozos de bizcocho, que previamente habían sido bendecidos por el cura y que las jóvenes de la casa donante ofrecían a los asistentes a la ceremonia, pasando entre los asientos. Lo transportaban en cestillas de mimbre bellamente engalanadas con blancos lienzos rebordeados de hermosas puntillas que colgaban a su alrededor. Cada persona ofrecida, tomaba con total corrección tres o cuatro de estos pequeños trozos de bizcocho que depositaba en la palma de la otra mano. Algunos se los comían a continuación. Otros, por parecerles más delicado o profanación del lugar, lo guardaban para comerlo a la salida.

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